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viernes, 24 de junio de 2011

Los bosques. El pulmón de la Naturaleza

ARTE Y JARDINERÍA Diseño de Jardines

Los bosques son el pulmón de la Naturaleza, gracias a ellos el Planeta sigue en pie y realizan su labor en la Sostenibilidad. No permitamos que el hombre los destruya



El ecosistema forestal

El ecosistema forestal es tan complejo, contiene tal cantidad de especies, que la ciencia no logra abarcar en su totalidad. Pero la complejidad es garantía de estabilidad, y ahí tenemos como ejemplo las selvas tropicales, que se mantienen vírgenes desde hace millones de años. ¿Cómo sigue funcionando esta inmensa maquinaria que no deja de producir madera y muchas cosas más?

Un sistema en circuito cerrado

La fotosíntesis aporta la energía necesaria. A este efecto, el bosque está organizado para captar el máximo de rayos solares. Y así, la superficie de las hojas representa ocho veces la superficie del árbol a ras de la tierra. Únicamente el frío o la escasez de agua son capaces de detener esta fábrica química. La biodiversidad ejerce de motor. Cuanto mayor sea el número de especies, mejor circulan los elementos minerales, que con frecuencia constituyen un factor limitante. El bosque funciona casi como un circuito cerrado. Los minerales son arrastrados a la tierra por kilómetros de raíces, grandes y pequeñas. Gracias a ellos y el agua, árboles, arbustos y vegetación herbácea fijan el carbono del aire en forma de biomasa, principalmente de madera, pero también de hojas y frutos.

La biomasa alimenta la cadena alimentaría: pájaros, mamíferos, insectos.  Todo lo que no es almacenado o consumido, es decir, gran parte de las hojas, formará en el suelo un lecho, que luego se convertirá en humus.

Un modelo económico

En esta cadena, las pérdidas son ínfimas y no se contamina. El ecosistema forestal ha puesto en marcha varios mecanismos para captar los minerales y evitar su arrastre por la lluvia. El más importante consiste en conservarlos mucho tiempo en forma orgánica, impidiendo pérdidas derivadas de la acción del agua. De este modo, el nitrógeno es capturado en otoño a través de los pigmentos  marrones de las hojas, que van a degradarse lentamente, y no será liberado hasta principios de la primavera, para que puedan desarrollarse las primeras alfombras de flores, anémonas y jacintos. Por otra parte, el tejido de las raíces funciona como un filtro, impidiendo el paso de elementos minerales (la madera contiene muy pocos). Las perdidas derivadas de la acción del agua, que van a parar a las capas freáticas o a los arroyos, o de la intervención del hombre (madera, setas o frutos), quedan suficientemente compensadas por los minerales de la roca madre, así el ecosistema forestal se perpetúa al margen de la intervención del hombre, al tiempo que le proporciona una fuente de riqueza renovable.

Pero no hay que sobrepasar ciertos límites: las talas incontroladas pueden producir erosión y un fuerte lavado de los minerales, que dificultará la reaparición del bosque. Del mismo modo, a lo largo de los siglos, se recogieron cantidades de lecho de hojas para alimentar ganado, que disminuyó la producción forestal como consecuencia de la perdida de calidad del suelo.

El bosque se compone de un mosaico de hábitats donde crecen y viven una flora y una fauna adaptadas. Los árboles viejos, llenos de cavidades, albergan a numerosas especies cavernícolas, mientras que los linderos soleados son más ricos en flores y mariposas.

Comprender el paisaje forestal

El paisaje forestal refleja el medio sobre el que está asentado el bosque, así como la gestión forestal que se ha practicado. Reconocer las especies y las plantas permite deducir el tipo de suelo: ácido, calcáreo, húmedo o seco, así como el ambiente, seco o soleado. La superposición de estratos revela la edad de la parcela y la intervención del hombre.

Una flor especifica en cada medio

Un bosque no es un todo homogéneo, sino el conjunto de una gran diversidad de medios, con características específicas, determinadas por la exposición a la luz, naturaleza y humedad del suelo, situación sobre la ladera de la colina, norte o sur. Las especies arbustivas y la flora del suelo nos permiten diferenciar el tipo de medio, por ejemplo, la presencia de alisos glutinosos revela que los bajos fondos son húmedos, la del fresno, indica suelos ricos y la del castaño o la del alcornoque, suelos ácidos. No tiene dificultad realizar este ejercicio, pues las especies forestales no son muy numerosas en el bosque templado (entre cinco y diez, generalmente). En cambio, los indicios para identificar un árbol sí lo son: tamaño, hoja, fruto, brote, corteza, lugar donde se encuentra, ya que no todas las especies pueden crecer en el mismo tipo de espacio. Es inútil tratar de encontrar un alerce o una picea en los Pirineos, si exceptuamos las plantaciones artificiales. En cuanto al roble, podemos localizarlo en altura o en las regiones atlánticas que cuentan con más de un metro de agua al año.

Una arquitectura ligada a la explotación forestal

El hombre ha trabajado el bosque en función de sus necesidades. Cada paisaje forestal es un reflejo del modelo de explotación a que ha sido sometido el bosque.
El monte bajo es propio de una explotación del bosque para leña. Este tipo de talas se efectuaban a menudo en el pasado: ya fuera para leña o para carbón, se necesitaban troncos de pequeño diámetro, fáciles de transportar y de manipular. De este modo los árboles se talaban cada quince a cuarenta años, según su productividad; y esto sólo lo permiten los foliados, que retoñan, pero no los resinosos. El monte alto se compone, sobre todo, de robles, carpes, castaños o hayas. Antes, cuando los campesinos necesitaban madera para construir o reparar una cubierta, siempre dejaban algunos tallos de reserva. Este tipo de bosque denominan monte bajo.

Hoy en día el monte bajo retrocede frente al monte alto, donde crecen grandes árboles de tronco recto, útiles para la construcción o la industria. Generalmente el monte alto produce árboles de la misma especie y parecido tamaño. Una vez que han alcanzado su máximo de producción –entre 120 y 180 años en el caso del roble pedunculado, que puede llegar a alcanzar los 300 años-, se efectúan talas rasas, luego, su crecimiento disminuye y los riesgos sanitarios se incrementan.

Escamondar el monte alto es un tipo de explotación menos agresiva para el bosque. Consiste en talar selectivamente los árboles adultos, individualmente o en grupos. Al abatir los ejemplares más grandes, se deja penetrar la luz en aquellas zonas que permanecían a la sombra, permitiendo el crecimiento de los ejemplares más jóvenes. De este modo, se preserva la riqueza forestal y se eliminan los claros.


Nuevos tipos de bosques

Bosques jóvenes artificiales

Desde hace aproximadamente cien años, se vienen realizando repoblaciones de árboles en terrenos poco productivos para la agricultura, como las landas arenosas, los Alpes del Sur  (para evitar la erosión) o el litoral (para fijar dunas). Generalmente, con ejemplares de una única especie, como el pino marítimo, la picea, el abeto Douglas, el pino silvestre o el pino negro. Estos bosques nuevos, fácilmente reconocibles por su <monocultivo>  y el alineamiento  de las plantaciones, se entresacan regularmente con objeto de eliminar progresivamente una parte de los árboles. El objetivo es obtener 200 ejemplares adultos cada 1000 plantados. Los troncos procedentes de las primeras talas van a destinarse a fabricar pasta de papel. Pasado un tiempo, ya podemos diversificar el bosque. Los árboles derribados por el viento. En segunda generación, se puede obtener un bosque mezclado, más rico en biodiversidad y mucho más productivo.

Recuperación del bosque

Desde mediados del siglo pasado, se han recuperado cerca de 30 millones de hectáreas de bosque en Europa. Las repoblaciones forestales suponen una ínfima parte de esta superficie. El árbol tiende a crecer por encima del resto de vegetación, de forma natural. Landas, cuestas y todo terreno de difícil explotación (como algunos viñedos), una vez desaparecidos el ganado y el arado, son un terreno propicio al desarrollo de la vegetación. Algunas especies, denominadas pioneras, se adaptan especialmente bien: el abedul, el sauce, el olmo, el aliso y el álamo producen semillas muy ligeras que son diseminadas por el viento. Muchas de ellas poseen mecanismos de dispersión, como las sámaras del fresno o del arce, los manojos de filamentos de las semillas de álamo o de sauce, las alas de las semillas del pino o las brácteas de la inflorescencia del tilo. Otras, como las bellotas del roble o los fabucos de haya, son transportadas por los pájaros, pero a menor distancia. Y por fin, algunas especies como el cerezo silvestre, el álamo, el cornejo o la acacia se reproducen por retoños: sus raíces, al cabo de unos metros, resurgen de la tierra y producen  un nuevo retoño. Al borde de los ríos, la repoblación forestal en terrenos devastados por las crecidas, se realiza por simple desqueje. Estos bosques jóvenes de repoblación son fácilmente reconocibles por el predominio de especies pioneras, como el avellano, el álamo o el arce.

Escuchando a los pájaros

En pleno mes de mayo, un bosque de Europa occidental es comparable a una orquesta compuesta por decenas de instrumentos diferentes. ¿Cómo podemos diferenciarlos si cada uno sigue su propia partitura? Unos la declaman a voz en grito, otros la susurran apenas, los hay que rozan la perfección, en cambio otro grupo canta machaconamente la misma melodía… Para lograr identificar a los pájaros por su canto hay que tener paciencia, tenacidad y mucha concentración: un oído <<ornito>>  se adquiere con tiempo y experiencia.

El mundo de las sombras

Contrariamente a la selva virgen, auténtica enredadera de árboles vivos y muertos, nuestros bosques suelen ser muy pobres en madera podrida, medio donde se desarrolla una flora abundante, compuesta fundamentalmente por hongos, y una fauna rica en especies diversificadas y especializadas. Su cometido es fundamental para reciclar esta materia orgánica en elementos minerales, que serán asimilados por las plantas. La riqueza del suelo forestal es directamente proporcional a la de la vida que en ellos se desarrolla.

 La recolección de las setas

La función de las setas en el equilibrio ecológico del bosque es considerable. Esta es una de las razones por las que debemos respetarlas, aunque sean tóxicas. Estos organismos se dividen en tres categorías. Los saprofitos, los hongos parásitos, como los poliporos y las micorrizas, categoría a la que pertenecen la mayoría de las setas clásicas de los bosques (boletos, rúsulas, lactarios, amanitas, etc.), que los recolectores y gourmets aprecian tanto.

Riquezas del talud

Cuando paseamos por un camino forestal, resulta sorprendente apreciar la variedad de flores que crecen en las cunetas, diferentes a las que viven a la sombra de los árboles. Estas laderas, más o menos pobladas, constituyen una especie de lindero, transición entre la calzada y el macizo forestal propiamente dicho. Sus condiciones ecológicas son diferentes de las que encontramos en los medios circundantes.

Taludes artificiales y naturales

Un talud es una porción de tierra elevada, de dimensiones variables, generalmente rematando por una cuneta y caracterizado por una vegetación especifica. Puede bordear un camino, abierto como consecuencia del paso de animales y hombres; en este caso, se construye con el tiempo. Pero también puede ser fruto de una construcción artificial con tierra o piedra; en este caso, se trata de una arquitectura concienzuda y sabia, que remonta a una época lejana en el tiempo.

La flora de las charcas

Las charcas suelen aparecer en el recodo de un camino forestal, de forma inesperada. Poseen un halo misterioso, probablemente relacionado con su origen. Además, cambian con las estaciones: en verano, están prácticamente secas o cubiertas de minúsculas plantas verdes y, en invierno, rebosan de agua oscura. Estas variaciones no impiden que en ellas se concentre una vida abundante.

La noche de las ranas

Al final del invierno, las principales especies de anfibios forestales se reúnen por la noche en los puntos de agua para reproducirse. Decenas de machos de ranas y de sapos macho invaden las charcas y compiten para obtener los favores de las hembras. Tampoco es raro a ver a alguna salamandra dirigiéndose hacia un punto de agua.

Tras las huellas de los mamíferos

La mayoría de los mamíferos salvajes son animales difíciles de localizar. Los más inaccesibles son nocturnos y especialmente discretos, a diferencia de muchos pájaros, activos de día, con colores vivos y cantos sonoros. La llave de acceso al mundo de los mamíferos son las huellas, que debemos aprender a buscar e interpretar. A medida que pasamos tiempo sobre el terreno, es posible recoger mucha información sobre la actividad de ciervos, corzos, jabalíes o carnívoros forestales.

Bichos del camino

Los caminos forestales atraen a multitud de animalillos, por sus características: sol y vegetación baja en las cunetas. Insectos con costumbres discretas se dejan ver cuando cruzan un sendero, otros se instalan en la vegetación de la ladera. Las arañas pueden llegar a construir su tela cortando el paso. Es un medio que permite observar muchas cosas, cualquiera que sea la dirección de la mirada, hacia arriba o hacia abajo.

Los arbustos de los matorrales

Los matorrales constituyen un medio singular, en el que se agrupan franjas de macizos forestales, bosquecillos o cercados abandonados. Se sitúan en la frontera de otros espacios que, en general, el hombre mantiene productivos: praderas, campos de labor y bosques. Desde este punto de vista, pueden considerarse como zonas libres, en las que puede instalarse cualquier planta, siempre y cuando encuentre condiciones favorables.

El baile de las rapaces

Entre los bosques y el campo abierto se encuentra un medio apasionante, los linderos. Como constituyen una frontera natural entre estos dos hábitats tan diferenciados, es un espacio ideal para que se produzcan intercambios que enriquecen, aún más si cabe, el medio. Y así, los pájaros del bosque salen a cazar a los linderos con la seguridad de que pueden volver rápidamente a él, si se ven amenazados. En cambio otras, como el cernícalo, pasan la noche encaramados en los árboles del lindero.

 Los reptiles del bosque

Cuando paseamos por el bosque en días soleados, observamos cómo huyen los lagartos hacia los arbustos, en cuanto oyen pasos. Unos minutos más tarde vuelven a salir al sol. Si nos retiramos unos metros, podemos observarlos con los únicos reptiles que encontramos en el medio forestal, también viven varias especies de serpientes: la víbora áspid y, sobre todo, la culebra de Esculapio, especie típicamente anclada en el bosque.

Los medios abiertos

En un bosque, los medios abiertos son excepcionales. En un macizo natural, los claros surgen como consecuencia del fuego o de la tempestad. En nuestros bosques actuales, son producto de la explotación forestal. Entre la población de árboles, forman medios autóctonos con su flora, su fauna y sus características hidrológicas y de luz.

 Los colonos del bosque

En el bosque, una parcela que acaba de ser roturada, alberga una flora particular. La luz llega de forma brusca al suelo, al mismo tiempo que se acentúan las variaciones de temperatura y humedad. A partir de ese momento, crecen otros tipos de plantas, sobre todo nitrofitas e hidrofitas, que se adaptan bien a la subida de la capa freática (no hay árboles para bombear el agua del suelo). Mientras se reconstruyen el estrato arbóreo, una nueva flora se desarrolla en la parcela.

El alfombrado verde de los claros

Penetrar en un claro significa abandonar la sombra de los árboles grandes y el humus forestal, para llegar a un prado con una vegetación un poco distinta de la que tapiza el sotobosque. Aquí, han desaparecido los jacintos o anémonas, para dejar paso a las gramíneas y hierbas de pleno sol, pues las condiciones de vida de las plantas ya no son las mismas que tenían en el macizo.

En conclusión, el bosque no solo son los árboles sino, son infinidad de especies vegetales y animales y también es nuestra fuente de vida, el bosque es parte de nuestro ecosistema y para hacer un mundo más sostenible debemos de tener conciencia de que todo lo que hay en él son seres vivos que cumplen su función en el ciclo de la vida.




FUENTE: “Los caminos de la naturaleza” Bosques y florestas --- Ecoguía para descubrir la naturaleza

Editorial H. BLUME


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