ARTE Y JARDINERÍA Diseño de Jardines
Arboles ornamentales en Diseño de Jardines
Más que cualquier otra planta, los árboles ornamentales confieren una sensación de permanencia y madurez a un jardín y lo conectan con el paisaje exterior más amplio. Agregan altura, estructura y centros de atención escultóricos a un diseño, mientras que sus características siluetas a gran escala forman un contraste con las líneas más suaves de las demás plantaciones. Existe una enorme variedad de árboles, distintos tanto en aspecto y forma como en el color y la textura del follaje, las flores y la corteza. Cada uno tiene un atractivo específico, desde la oscura y puntiaguda columna de un ciprés hasta los ardientes colores otoñales de un arce japonés, o el tronco moteado de canela de un Eucalyptus. Los árboles se pueden cultivar de muchas maneras: en un emplazamiento informal, un agrupamiento silvestre de avellanos y abedules plateados – rodeados de bulbos – resulta muy efectivo, mientras que, en un jardín formal, una avenida de hayas cobrizas o de tilos entrelazados resulta adecuadamente elegante. Algunos árboles – tales como los magnolios – quedan mejor emplazados individualmente como elemento del jardín.
Diseñar con árboles
Los árboles ornamentales son cultivados por la belleza de sus flores, corteza o frutos decorativos, más que para cosechas comestibles o madera. Sin embargo, muchos árboles frutales ostentan flores hermosas y algunos ornamentales, tales como el manzano silvestre (Malus), producen abundantes cosechas de frutos para confitar. La diferencia entre los árboles y los arbustos también es poco clara; los primeros – generalmente, pero no siempre – tienen un tronco único, y los segundos – por ejemplo, las lilas (Syringa) –, tienen troncos múltiples, aunque a veces alcancen tamaños de árbol.
Elección de árboles
Por lo general, los árboles son las plantas de jardín más costosas y más longevas, y seleccionarlos y emplazarlos son decisiones de diseño fundamentales. Cuanto menos árboles tengan cabida en un jardín, más importante resultan una elección y un emplazamiento cuidadosos; en un “jardín de un solo árbol” estos puntos resultan cruciales con respecto al éxito del diseño. Es obvio que el aspecto general y las características especiales de un árbol son importantes, pero la adecuación al suelo, clima y aspecto del jardín, y también su altura, extensión y tasa de crecimiento, resultan igualmente importantes. Una vez elegido el árbol, el proceso de diseño se prolonga con la elección de dónde plantarlo. Los centros de jardinería tienen una gama limitada de los árboles ornamentales más populares; los viveros especializados, algunos con servicio de compra por correo, ofrecen una selección más amplia.
Las alturas varían entre alrededor de un metro, en el caso de algunas coníferas enanas, hasta los imponentes 90 m de una secoya (Sequoia). Las tasas de crecimiento varían entre los 2,5 cm . o menos por año para las coníferas enanas hasta 1 m o más para algunos álamos (Populus). Un árbol joven en un vivero denota poco o nada de su tamaño potencial, y algunas especies, sobre todo las coníferas, incluyen tanto árboles de cultivo minúsculos como gigantes. Elija los árboles de cultivo cuidadosamente y, si le ofrecieran sustitutos, asegúrese de que convengan a sus necesidades.
Árboles como elementos de diseño
Los árboles crean un fuerte impacto visual, al igual que los elementos paisajísticos duros. También ayudan a formar la estructura permanente de un jardín, alrededor de la cual se articulan los elementos más provisionales.
Los árboles pueden utilizarse como estatuas vivientes: un emplazamiento sencillo y contrastante realzará un árbol utilizado de este modo. Un árbol de follaje pálido aparecerá vistoso contra un seto de tejo verde oscuro (Taxus baccata), por ejemplo, mientras que el trazado invernal y audaz de las ramas desnudas destaca muy bien contra un muro pintado de blanco.
Utilizados estructuralmente, los árboles también sirven para definir o cerrar un espacio. Una hilera o grupo informal de árboles pueden marcar los límites de una propiedad, separar una parte del jardín de otra, o subrayar un sendero. Un par de árboles podrían actuar como marco verde de un panorama distante o formar un arco viviente a través del cual penetrar en el jardín.
Aspecto y forma
El aspecto y la forma de un árbol son tan importantes como su tamaño – tanto marcando el espíritu y el estilo como respecto a las consideraciones prácticas de espacio. Algunos árboles, tales como muchos cerezos decorativos (Prunus) son pequeños y encantadores, mientras que otros, tales como los cedros (Cedrus), son majestuosos y monumentales. La mayoría pueden ser formales o informales, según el emplazamiento y el tratamiento. Los Rhus typhina tienen una forma arquitectónica llamativa, ideal para un jardín pavimentado moderno, mientras que las frondas arqueantes de muchas palmeras confieren opulencia a atrios e invernaderos. Los serbales (Sorbus aucuparia) y los acebos (Ilex) son árboles típicos de los jardines rurales ingleses; los arces japoneses (Acer palmatum) y el gran Salix matsudana “Tortuosa” son apropiados para los jardines orientales; las especies nativas resultan ideales para los jardines silvestres.
Los árboles angostos y rectos, tal como el Malus tschonoskii, resultan apropiados para jardines pequeños, pero tienen un aspecto formal y casi artificial. Los árboles de copas redondas o extensas parecen más informales, pero proyectan una sombra mayor y ofrecen una mayor protección de la lluvia, dificultando la plantación al pie, mientras que los de estructura irregular y de ramas separadas tienen un encanto naturalista. Los árboles de formas cónicas o piramidales tienen un efecto escultural, mientras que los árboles llorones ostentan una silueta más suave.
Tenga en cuenta cuánto tarda el árbol en desarrollar su silueta característica: en algunos casos pueden tratarse de décadas; por ejemplo, el Prunus “Kanzan” se cría de un modo rígido en su juventud, con ramas en ángulos incómodos; sin embargo, más adelante, las ramas comienzan a arquearse, y después de 30 años, el árbol posee una copa elegante y redondeada.
Donde el espacio lo permite, la combinación de árboles de aspectos contrastantes puede crear un aspecto dinámico, pero plantar muchos árboles de aspectos diferentes puede llegar a producir un efecto algo melindroso y descoordinado.
Árboles individuales o especímenes como centros de atención
Un árbol individual se cultiva solo, y así logra desarrollarse y exhibir su belleza natural al completo sin entrar en competencia con otros árboles. Dependiendo del clima, un sauce llorón (Salix x sepulcralis “Chrysocoma”), un sanguiñuelo florido (Cornus florida), varios cerezos decorativos (Prunus), y las palmeras, tales como Howea y Phoenix, son árboles individuales populares. Elija un árbol del tamaño correcto con respecto a su emplazamiento: los árboles individuales minúsculos parecen perdidos en un jardín vasto, y los de gran tamaño resultan abrumadores en espacios cerrados. Los árboles individuales, especialmente en jardines formales, están colocados tradicionalmente en el centro del césped. Sin embargo, el emplazamiento de un espécimen a un costado puede añadir una sensación de informalidad y vivacidad a un esquema y descubrir, asimismo, un panorama a lo largo del jardín. Otras opciones incluyen plantar un árbol individual al costado de un portalón o de un acceso al jardín, o al principio o final de unas escalinatas, para marcar la transición de un espacio a otro en el jardín.
Plantar un espécimen en medio de una extensión de gravilla o de plantas tapizantes, tales como la hiedra (Hedera) o el perifolio (Vinca), proporciona un contraste complementario para un árbol individual. En una orla mixta utilice un árbol como piedra fundamental, alrededor de la cual construir el color y la forma de los grupos de plantas circundantes. Un árbol individual podría reflejarse en un estanque de jardín, o realzarse por una estatua o un banco pintado de blanco a sus pies, de modo que cada elemento subraye a los restantes.
Agrupamiento de árboles
Si el espacio lo permite, considere plantar tres o más árboles juntos en grupos informales de especies iguales o diferentes. Un grupo de árboles también genera un marco más sustancial, a modo de cortina, que un solo árbol a un lado – o a ambos – de un panorama. En climas más cálidos, unos conjuntos de palmeras de troncos desnudos también resultan notables aisladas, plantadas entre hierba, o interplantadas con especies más bajas o de tallos múltiples.
A menor escala, un grupo modesto de árboles caducifolios de follaje ligero, tales como los álamos temblones (Populus tremula) o los arces (Acer), pueden formar la espina dorsal de un jardín silvestre en miniatura.
En grupos informales es posible plantar los árboles más próximos unos de otros que la extención potencial combinada de sus copas. El resultado puede ser un crecimiento elevado, estrecho o asimétrico, pero también puede ser agradablemente informal, con las ramas mezcladas entre sí formando un atractivo trazado contra el cielo.
Elementos de interés
Aunque los árboles se valoren por sus cualidades arquitectónicas, también proporcionan interés a través de elementos específicos, tales como flores, follaje, bayas y corteza. Emplace un árbol de modo que sus características atractivas resulten realzadas.
Hojas
Con respecto al mero volumen y a la duración, las hojas son, con mucho, el elemento más importante. Su aspecto, tamaño y color ofrecen una infinita variedad, desde el follaje delicado, dorado y helechoso de una Gleditsia tiracanthos “Sunburst”, hasta las grandes hojas arquitectónicas de las palmeras, tales como la Phoenix. La textura de la superficie afecta a la manera en la que se refleja la luz, y las hojas lustrosas agregan un toque brillante.
Los árboles de follaje coloreado o estriado, tales como el Cercis canadensis “Forest Pansy” rojo – púrpura, o las hojas bordeadas de blanco de un Acer negundo “Variegatum”, proporcionan una masa de color que contrasta particularmente bien con árboles de hojas verdes.
Algunas hojas, como las del Eucalyptus, son agradablemente aromáticas, mientras que otras, como las de un álamo temblón, vibran a la menor brisa, agregando el placer suplementario del sonido.
Flores
Las flores poseen una presencia pasajera, pero memorable, y fluctúan entre la modestia y la opulencia. Las flores de otoño, invierno y principios de primavera resultan especialmente valiosas para proporcionar un despliegue cuando las demás plantas proporcionan un interés menor.
El color de las flores debería complementarse con el esquema principal. Las flores pálidas se destacan contra hojas oscuras, mientras que las oscuras destacan mejor en un emplazamiento pálido.
La fragancia es un dividendo adicional, que fluctúa entre el perfume sutil e invernal de una Acacia dealbata hasta el aroma intoxicante y veraniego de un franchipaniero (Plumeria rubra var. acutifolia). Un lugar protegido resulta ideal para las flores y el aroma, mientras que el cultivo de un árbol al lado de un sendero o un patio facilita el disfrute de su aroma.
Frutos, bayas y vainas
Éstos pueden rivalizar o superar a las flores en cuanto a belleza, variando entre los frutos tipo fresas rojo brillante de un Arbutus y las manzanas silvestres amarillas de un Malus “Golden Hornet”, hasta las vainas escultóricas de un magnolio. En los climas cálidos, los árboles como los limoneros o las higueras pueden estar cargados de frutos atractivos.
Corteza y ramas
La corteza proporciona interés de color y de textura, especialmente en invierno. Las opciones incluyen el brillo sedoso y rojo caoba de un Prunus serrula, la corteza de blanco fantasmal del Betula utilis var. jacquemontii, y el Eucaliptus niphophila de aspecto exótico, con su corteza como la de una pitón: verde, gris y blanco – cremoso.
Fuente: Enciclopedia de la Jardinería
The Royal Horticultural Society
Interesante y muy vistosos árboles los recomendaos. Un árbol, es un ser vivo que nos potencia el atractivo del lugar elegido para su ubicación, afemás fe ofrecernos una agradable sombra en climas muy cálidos. Gracias por esta información.
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