Diferentes alternativas para regar menos y ser más Sostenibles
A continuación, proponemos algunas alternativas sencillas para reducir el gasto de agua a partir de un mejor conocimiento del jardín. También incluimos algunas fórmulas poco habituales.
Los jardineros deben atender las necesidades del suelo, no al revés. En consecuencia, aquellos que decidan adoptar una forma de cultivo responsable deberán reconsiderar algunos hábitos y prácticas que hasta hoy eran casi actos reflejos. El ahorro de agua en el jardín debe comenzar por el conocimiento global del mismo, porque el suelo, el agua, el sol y las plantas forman un todo. Algunas técnicas muy sencillas pueden compensar la falta de agua.
1. Redescubrir las fases del cultivo
Preparar el suelo
La preparación del suelo tiene una gran importancia. Efectivamente, bien aireado, mullido y enriquecido con abonos que compensen las eventuales carencias, el suelo dará lo mejor de sí mismo y, sobre todo, su capacidad de retención del agua estará asegurada.
Labrar o cavar
En otoño o en primavera, la tierra que acogerá las plantas debe cavarse para romper la costra del suelo y favorecer la circulación del agua y el aire. También se aprovecha para eliminar los diferentes restos animales o vegetales, abonar y enriquecerlo si es necesario.
Mullir
Esta operación se lleva a cabo tras la labranza y permite romper los terrones con la horca, a la vez que ahuecar el suelo, al profundizar unos veinte centímetros. El mullido debe realizarse en toda la superficie que ocupe el jardín.
Rastrillar
Supone una limpieza superficial que permite eliminar los restos y piedras deslizando el rastrillo. Sus púas deben estar casi paralelas a la superficie, de manera que no dejen huecos sobre el suelo.
Favorecer el enraizamiento de las plantas: el riego profundo
No reduzca la cantidad de agua en un momento inadecuado. Recuerde que las plantas:
- tienen, cuando empiezan a desarrollarse, más necesidad de riego que en su madurez;
- bien enraizadas, resistirán mucho mejor la sequía.
Un buen comienzo para árboles y arbustos
La plantación debe realizarse en otoño. Después de cavar el suelo, la tierra obtenida se utiliza para hacer un recalce alrededor del cuello del árbol, situado un poco por encima (unos diez centímetros) del nivel del suelo.
Sólo si no hiela, se regará inmediatamente después de la plantación: así, el árbol se asentará descendiendo lentamente hasta situarse al nivel del suelo. Previamente, se debe instalar un tubo de drenaje vertical, situado en el primer tercio de la pella.
En primavera, se excava el recalce de manera que se forme un alcorque, y durante el primer año, se recomienda regar el árbol cerca del cuello, en el centro del alcorque. Este tubo de drenaje será realmente útil para regar directamente las raíces del árbol durante el segundo año.
El árbol debe ser regado a razón de unos cien litros de agua cada quince días, si bien el riego se debe ir espaciando de forma progresiva, hasta que el árbol, al cabo de dos años, sea completamente autónomo, es decir, busque por sí mismo sus recursos en el suelo.
Colocación de plantas procedentes de macetas
Mientras se cavan los hoyos en los que colocarán las plantas, todavía en la maceta, estas se sumergen en agua para que queden bien impregnadas. Después, se extrae la pella de la maceta y, con la mano, se separan ligeramente las raíces; a continuación, se sitúa la planta en el hoyo dejando el cuello algunos centímetros por debajo del nivel del suelo, se cubre con tierra hasta el cuello y se riega abundantemente. Este riego favorece la adherencia de la tierra a las raíces.
Incluso para las plantas que toleran bien la sequía, el riego debe ser frecuente durante el primer período, y espaciarlo de forma progresiva.
Semilleros
Los semilleros son muy delicados y necesitan aportes regulares de agua. El riego debe realizarse en forma de lluvia fina. En los terrenos que están en pendiente, puede reducirse la escorrentía si se forman alcorques al pie de las plantas.
Binar
Binar consiste en remover la capa superficial del suelo y así mullir la tierra para frenar la pérdida de agua por capilaridad. Se dice que <<más vale binar una vez que regar dos>>. Es una acción sencilla pero de gran ayuda en periodos de sequía, ya que se rompe la costra del suelo y el agua y el aire llegan más fácilmente hasta las raíces, lo que favorece el crecimiento de las plantas.
Acolchar
Acolchar el suelo consiste en cubrirlo, una vez arrancadas las hierbas, con una capa espesa de material orgánico o mineral, o incluso con un revestimiento artificial. El acolchado ofrece numerosas ventajas:
- permite ahorrar casi la mitad del consume de agua al reducir la evapotranspiración de las plantas;
- protege el suelo de las inclemencias del tiempo y regula bien la humedad;
- limita la proliferación de malas hierbas;
- la degradación progresiva del acolchado orgánico procura al suelo un aporte benéfico de humus.
2. Potenciar el uso de plantas resistentes o que se adapten a la naturaleza del suelo
Sin necesidad de ir al <<todo de tipo mediterráneo>>, puede elegir plantas resistentes y robustas; son numerosas y sólo necesitan ser valoradas.
Las plantas vivaces (a menudo ansiosas de sol) y los bulbos que anuncian la primavera pueden reemplazar con ventaja a otras plantas que necesitan más agua o son más exigentes, como las de floración anual.
Reserve un espacio para las plantas que crecen espontáneamente en su zona: adaptadas al sol y al clima, se extenderán más allá de lo que cree.
Elija las plantas en función de las características del suelo, y no al revés.
3. Proteger el jardín del viento y favorecer la formación de setos
El viento seca las plantas al acelerar el proceso de evapotranspiración, pero se puede reducir su impacto instalando seto cortavientos. No se trata de intentar detenerlo con elementos compactos que obstruyan su paso por completo, sino sencillamente de atenuar su fuerza.
Los cortavientos pueden estar formados por listones, cañas, rejillas y cañizos hechos con vegetales entrelazados.
Los setos vivos
Formados por arbustos, plantas trepadoras o árboles, los setos vivos dieron, desde siempre, una fuerte identidad visual al paisaje, hasta que se produjo su práctica desaparición tras la intensificación de la agricultura.
Los setos vivos están formados por vegetales autóctonos que crecen casi siempre de forma espontánea, y que favorecen la preservación de la biodiversidad local.
Contribuyen también a otorgar personalidad a los setos en general, casi perdida tras decenas de años de uso prácticamente exclusivo de tuyas y alheñas.
Recordemos también que la presencia de setos frena la evapotranspiración en el jardín.
4. El césped
¿Quién no se ha desesperado alguna vez ante un césped amarillo y seco al llegar los primeros calores estivales? En realidad, este conjunto de plantas, gran consumidor de agua, debería ir desapareciendo lentamente de los jardines; de hecho, es el primero en ser eliminado cuando se producen restricciones de riego.
Sensible al exceso de sol, requiere un mínimo de 17 a 20 litros de agua por metro cuadrado para mantenerse verde. Sus raíces, muy superficiales, no pueden penetrar profundamente y en seguida nota la falta de agua. Entonces, la reacción es inmediata: amarillea y se seca ante la mirada consternada del jardinero, que debería intentar buscar una solución alternativa.
Con qué reemplazar el césped
En la medida de lo posible, limítelo a espacios donde sea necesario y organice el espacio creativamente a base de plantas tapizantes de colores sorprendentes. En las zonas de paso, sustituya el césped por piedras, tierra batida (da un encantador aire rústico) o grava.
Potencie las formaciones herbáceas naturales: no descarte el diente de león, los tréboles, las margaritas y otras plantas compuestas. Estas favorecen la vida en el suelo y protegen las especies que ayudan a combatir plagas.
Algunas plantas tapizantes, como las que citamos, pueden sustituir el césped y crear inéditos contrastes a base de colores y texturas:
- Cynodon dactylon: gramínea vivaz rastrera que tolera bien la sequía;
- Frankenia laevis: vivaz tapizante rastrera con flores de color rosa (de unos 5 cm);
- Lippia nodiflora: tapizante vivaz amante del sol y de los terrenos secos, tolera la sequía y puede pisarse sin dañarla. Durante la floración se cubre de flores de color malva;
- Thymus serpyllum: ideal para tapizar un sendero y alegrar los caminos pedregosos con sus encantadoras florecillas de color rosa;
- Verbena tenuiseca: tapizante vivaz rastrera con flores de color azul – malva;
- Zoysia japonica: vivaz rastrera y tapizante, considerada por algunos como el césped ideal, resiste muy bien la sequía. Sin embargo, amarillea en invierno;
- Zoysia tenuifolia: forma un tapiz muy espeso y confortable.
5. Contar con los minerales
Pensar en disponer de un jardín que necesite poco agua abre nuevas perspectivas estéticas, a la vez que abandonar el tradicional jardín de césped permite introducir elementos minerales muy interesantes, tanto por su aspecto y color como por las combinaciones que permiten con los vegetales.
6. Descubrir las ventajas del riego responsable
Suprimir el riego: ¿una utopía?
Regar es una de las actividades más frecuentes del jardinero.
Tanto en el huerto como en el jardín, las plantas elegidas no están en su medio natural, por lo que el aporte de agua debe ser, en la mayoría de los casos, más regular y abundante que el que proporciona la lluvia, que escasea en determinadas estaciones o, a veces, durante todo el año.
Conviene observar las plantas y procurar que no les falten agua y nutrientes para que puedan desarrollarse de forma óptima y armoniosa, especialmente en el momento de plantarlas. A menudo, las plantas elegidas necesitan un suelo fresco que proporcione a las raíces esos elementos.
A lo largo del tiempo, los jardineros han tomado conciencia, al tener en cuenta ciertas sorpresas en forma de calor excesivo, de que es necesario variar el tratamiento que se da a las plantas para evitar quemarlas sistemáticamente.
No es necesario ser alarmistas, aunque hay que reconocer que el clima está sufriendo variaciones que no siempre permiten aplicar los proverbios que antaño guiaban la sabiduría del jardinero. Generalmente, el agua de lluvia acaba llegando, aunque, ciertamente, en algunos lugares es más escasa que en otros y resulta muy costosa de obtener, si bien no llega a faltar del todo. Sin embargo, existen soluciones, que van desde seguir sencillas actuaciones y técnicas milenarias hasta aplicar sistemas informáticos muy elaborados, para evitar el despilfarro que supone por ejemplo el riego automático del césped. Que hoy en día es insostenible en muchos lugares.
7. Recuperar el agua de lluvia
Muchas veces pensamos que podríamos utilizar agua de lluvia para un buen número de tareas domésticas que habitualmente realizamos con la costosa agua potable.
El agua de lluvia es pura, y está libre de sales minerales y metales pesados. No es calcárea y es mejor que la del grifo para regar el huerto o el jardín ornamental. Antes de llegar al suelo adquiere, en la atmósfera, algunos elementos contaminantes pero no pierde en absoluto sus cualidades intrínsecas.
Fuente: Regar sin malgastar
Editorial De Vecchi
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