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jueves, 22 de marzo de 2012

PLANTAS VIVACES

ARTE Y JARDINERIA Diseño de jardines

Plantas vivaces, como utilizarlas en Diseño de Jardines



En botánica se denominan plantas vivaces o <<perennes>> a las plantas que viven más de dos años y que, a diferencia de las flores anuales o bienales, florecen y dan semillas varias veces durante su vida.

Las plantas vivaces poseen un organismo aéreo, que se desarrolla  en la atmósfera durante la época vegetativa favorable. Estas especies se conservan durante el resto del ciclo anual gracias a sus órganos subterráneos. Sin embargo, existen algunas cuyas partes aéreas no mueren durante el invierno; es, sobre todo, el caso de las pulvinuliformes.

Los órganos subterráneos (rizomas, raíces, tubérculos o bulbos) a menudo cumplen una función de reserva. No sólo almacenan elementos nutritivos, sino también agua, permitiendo a las plantas sobrevivir en las condiciones más duras.




Las plantas vivaces son, por lo tanto, capaces de soportar los grandes fríos en invierno, la sequía en verano, especialmente en las regiones de clima continental, y una cantidad de luz débil. La denominación de <<planta vivaz>>, comúnmente empleada por los horticultores, no se adapta exactamente a la definición botánica. Al contrario de los especialistas, a menudo no consideran como plantas vivaces las desprovistas de interés para la decoración de los jardines, ni aquéllas que no pueden pasar el invierno en el exterior.

También es el caso de algunas especies que se trasplantan cada año únicamente, debido a que su cultivo lo exige. Por el contrario, clasifican entre las plantas vivaces, por razones meramente prácticas, pequeños arbustos como Dryas, Thymus, Helianthenum, y Lavandula, entre otros. Por consiguiente, la definición de <<planta vivaz>>, tal como la entienden los profesionales, es inexacta desde el punto de vista botánico.

IMPORTANCIA DEL TERRENO

Las plantas vivaces que crecen en nuestros jardines tienen los orígenes más diversos: prácticamente vienen de todos los rincones del mundo. Por lo tanto, no es sorprendente que las especies que son capaces de soportar nuestros inviernos, posean una naturaleza propia de zonas climáticas templadas.

El lugar de origen tiene, sin embargo, un papel más importante que las consideraciones geográficas. No son las fronteras, ni tan siquiera los continentes, los que condicionan la vida de las plantas; los límites de las zonas de crecimiento ejercen, en cambio, una influencia determinante. Las plantas que se encuentran a gusto en los terrenos húmedos pueden crecer en cualquier región donde las precipitaciones son abundantes, pero se desarrollan en regiones secas sólo si se encuentran a orillas de un río o un riachuelo que siempre tenga agua.

Si, a pesar de todo, queremos aclimatarlas, hay que procurar regarlas (Ligularia). Las plantas vivaces que buscan un terreno empapado y solamente sobreviven si el grado de humedad del aire es muy elevado, sólo prosperan en los lugares donde llueve con frecuencia, a orillas del mar o en zonas altas; en caso contrario, mueren, incluso si les proporcionamos agua suficiente (Phlox paniculada).

Para favorecer un buen crecimiento de las plantas, no sólo hay que regarlas, sino también humedecer permanentemente el aire. Es lo que se hace con las vivaces de alta montaña. Las que necesitan un terreno mojado, un alto grado de humedad del aire y calor, únicamente se desarrollan en regiones marítimas, relativamente cálidas, como el sur de Inglaterra, Portugal, España y Japón.

Por el contrario, existen plantas vivaces que sólo pueden crecer en un terreno seco (Gypsophila) y no soportan los terrenos húmedos ni los lugares donde las precipitaciones son importantes. Por ello, siempre hay que reservarles el rincón más elevado del jardín y de mejor drenaje; también hay que cubrirlas con vidrio o una lámina de plástico para protegerlas del frío y la humedad. Si es posible, se guardan en un lugar seco, como por ejemplo un invernadero, donde se colocan las plantas que requieren calor.

Por lo que respecta a las vivaces que valoran al mismo tiempo un terreno y un aire secos, es imposible plantarlas en las regiones donde llueve con frecuencia.

En realidad, no se trata tanto de las precipitaciones totales ni de la temperatura media de la región de origen de la planta, como de su distribución durante el año. Existe una diferencia fundamental entre los países donde el verano es poco soleado y el invierno frío y húmedo, y aquéllos en los que el verano es caliente y seco, el otoño lluvioso y el invierno duro, a pesar de que el total de las precipitaciones resulte muy similar.

ELECCIÓN DE LAS PLANTAS VIVACES DE JARDÍN

Por lo general, las plantas se adaptan hasta cierto punto. El hombre también puede modificar el biotopo de manera que pueda cultivar en el mismo jardín o el mismo macizo especies de diferentes lugares. Sin embargo, precisa mucho trabajo, requiere sólidos conocimientos en la materia y exige cuidados de mantenimiento especiales. Además, como las plantas no duran mucho, hay que volver a formar el conjunto vegetal al cabo de unos años. Si sabemos elegir especies, serán sanas y sólo necesitarán un mínimo de cuidados.

El que se empeña, a pesar de todo, en cultivar plantas delicadas y exigentes, tendrá que cultivar en el mismo macizo especies que requieran idénticas condiciones. Todas las especies que se encuentren bien en una tierra rica – provengan de Europa, Asia o América – se desarrollarán en un suelo abonado con regularidad y en un terreno llano, de manera que puedan aprovechar el agua de lluvia y que la tierra esté siempre esponjosa y fresca. Pueden combinarse con plantas que crecían, en su origen, cerca del agua, en terrenos ácidos y prados húmedos, ya que se aclimatarán casi sin problemas.

Las especies que provienen de regiones secas, estepas, se encontrarán bien en una pendiente orientada al sur y en un terreno bien drenado, ya que suelen ser sensibles a la humedad estancada. Estas xerófitas pueden combinarse con especies que requieren un suelo fino y aprecian el sol, o también con plantas de montaña, que toleran la sequía durante todo el año, salvo en el período de deshielo.

En los rincones del jardín orientados al norte y que son fríos, húmedos y permanentemente sombríos pueden plantarse especies que crecen en el bosque, a orillas del agua o zonas altas, donde las precipitaciones son abundantes.




Siempre es posible encontrar plantas vivaces para un jardín, del tipo que sea, si se cuida la elección. En el caso de que ésta sea acertada, se tendrán todas las posibilidades necesarias para alcanzar el éxito. No basta con saber cuál es el período de floración de una planta. Resulta mucho más importante conocer sus necesidades, que estarán ligadas a su lugar de origen. Debemos recordar las lecciones de la Naturaleza y que a cada lugar le corresponde un tipo de planta en particular: por ello, en el jardín sólo hay que cultivar especies que puedan aclimatarse.

PLANTAS VIVACES DE CULTIVO

Lo que acaba de decirse sobre las plantas vivaces silvestres es también aplicable, en gran medida, a las vivaces cultivadas (tratándose aquí de las obtenidas por selección y no por hibridación). En general, estas variedades necesitan el mismo clima que la especie originaria y también, con frecuencia, son capaces de soportar situaciones más duras. Por otro lado, necesitan una mayor cantidad de agua y sustancias nutritivas. De hecho, son las condiciones climáticas en que se cultivaron las que ejercen una influencia decisiva. Puede darse el caso de que algunas variedades cultivadas en climas muy diferentes se adapten peor a nuestros jardines que las especies silvestres.

Es bastante difícil conocer el origen de las variedades cultivadas, ya que son el resultado del cruce de varias especies de diferentes necesidades. Hay que tener en cuenta el fracaso, sobre todo, en lo que respecta a las variedades obtenidas en California y Japón.




El cruce recíproco de plantas es excelente para producir otras más resistentes, cuando la de origen es difícil de conservar. Pueden citarse como ejemplo Dryas suendermannii, mucho menos sensible que las especies <<parentales>> D. drummondii y D. octopelata, a las que ha desplazado totalmente.







EMPLEO DE LAS VIVACES

Las vivaces son las últimas plantas introducidas en los jardines. Aunque algunas especies son conocidas desde hace siglos, eran utilizadas más por sus flores ornamentales que como un elemento integrado en la arquitectura del jardín. Éste fue el caso, bien conocido, de las margaritas, las peonías, las azucenas y los crisantemos. La mayoría de las vivaces más comunes en la actualidad no aparecieron en catálogos hasta finales del siglo XIX. A partir de entonces, el cultivo de plantas vivaces se encuentra reconocido por la horticultura.

Fue durante los siglos XVIII y XIX cuando las especies de plantas vivaces procedentes de otros continentes llegaron a los jardines botánicos de Europa. Poco a poco las nuevas variedades se adaptaron y propagaron. Pero tan sólo a partir de 1930 conocieron un prodigioso esplendor. El cultivo intensivo de azucenas comenzó en los años 30, al igual que el del altramuz y las especies Aster dumosus y Chrysantemum rubellum.

Fue en Inglaterra donde las plantas vivaces hicieron su primera aparición: reemplazaron a las plantas anuales y las rosas, que soportaban mal el clima húmedo. Se cultivaron de la misma forma, en largas y regulares hileras. Las plantas perennes eran de naturaleza totalmente distinta que la de las rosas y las flores anuales. Por esta razón, no sobrevivirán en regiones de veranos cálidos y soleados antes de que se encontrara un método para adaptarlas.


Fuente: Enciclopedia de la Jardinería
Editorial: Susaeta

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