ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES
EL HUERTO EN CASA
El orden y la profusión son las características
principales de los mejores huertos. Si además se consigue causar la sensación
de que no pertenece a este mundo, entonces está muy cerca del jardín del edén.
Para dar una mayor sensación de aislamiento debe tener muros, paredes soleadas
donde las peras puedan madurar suavemente contra los ladrillos calientes. Pero
incluso sin muros, incluso en un espacio pequeñísimo, puede conseguir en el
huerto esa sensación de abundancia con árboles frutales que separen una zona de
otra, o plantando lechugas exóticas y perejil entre las flores de los bordes o
en las jardineras.
Un aficionado a la jardinería puede conseguir una
selección de flores suficientemente buena. Sin embargo, el cultivo de las
hortalizas conlleva un compromiso mayor. Renunciar a cultivar alimentos es
renunciar a la importante tradición ancestral del cultivo para la
supervivencia. Incluso si no
necesita los alimentos de su huerta, el hecho de
no sembrar frutas y verduras supone negarse uno de los grandes placeres del
hortelano. Piense en lo orgulloso que se sentirá cuando se siente ante una
comida preparada exclusivamente con productos de su huerto. Hay que sacar el
máximo provecho de esos momentos.
El hecho de que las hortalizas y los árboles
frutales estén en zonas separadas del jardín y de que el huerto haya adquirido
ese aspecto triste, con grandes coles repollo y judías marchitas, es algo
bastante reciente. Antes, el hortelano, con gran naturalidad y tranquilidad,
dejaba que las flores traspasaran los límites del jardín para adornar el
huerto; las flores, las frutas y las verduras crecían juntas y en abundancia.
George Eliot narraba así una escena de su novela Scenes of Clerical Life (1858): “No
existía una remilgada separación entre el jardín y el huerto; no se disfrutaba
de una cosa por exclusión de la otra, sino que había una bonita y paradisíaca
mezcla de todo aquello agradable a la vista y bueno para comer. Senderos
bordeados por una interminable sucesión de flores primaverales: anémonas,
aurículas, alhelíes, claveles de Japón, campánulas, dragoncillos y azucenas, y
también musgo y rosas de Provenza alternadas con manzanos en espaldera; el rojo
de los claveles se prolongaba en el rojo oculto de las fresas; se cogía un
ramillete de rosas aquí y un manojo de zanahorias allá; se fluctuaba
deliciosamente entre el perfume del jazmín y el zuma de la grosella”. No hay
razón por la que no pueda disfrutar de esa deliciosa fluctuación siempre y
cuando abandone algunas ideas preconcebidas sobre cuál es el lugar “apropiado”
para las plantas.
Puede que tenga un jazmín que trepa detrás de uno de
los bordes de la verja. Puede que ese rincón le resulte problemático, que haya
algo que no le guste. Quizás llegue a la conclusión de que necesita algo que lo
delimite. Puede plantar un acanto, pero sería mucho más divertido plantar
groselleros en arbolito con la copa redondeada entre las campánulas. El
grosellero, con un tallo que alcanza el metro de altura, tiene la cualidad
escultural de una planta de jardinería y es especialmente bonito si deja que
los frutos maduren en la mata hasta conseguir un maravilloso tono ámbar.
También puede plantar unas alcachofas para alegrar
la escena; las hojas
quedarán muy bien en esa zona y además tendrá la satisfacción
de obtener una cosecha. Mucho más de lo que un acanto le puede ofrecer.
Quizá tenga dos trozos pequeños al final del jardín
que quiera utilizar para cultivar verduras, que se plantan en hileras
paralelas; los repollos al lado de las lechugas, las zanahorias al lado del
perejil; pero se puede conseguir un bonito huerto sembrado en hileras de
hortalizas teniendo en cuenta los contrastes entre la forma y la textura del
follaje. Pruebe a plantar una lechuga roja del tipo ‘Lollo Rossa’ al lado de
unos lánguidos puerros azules. Alinee coles repollo Savoy con sus hojas rizadas
al lado de las zanahorias, cuyas hojas son tan bonitas como las de los
helechos.
Se pueden hacer varias cosas más para mejorar el
aspecto de un huerto, como escoger plantas que sean más decorativas de lo
normal, pero sin llevar esto hasta extremos ridículos. La finalidad principal
de un puerro es consolarnos en un día frío y desagradable en el que los
autobuses se retrasan y los niños están más revoltosos que de costumbre. El
sabor es la primera cualidad que hay que buscar en cualquier fruta u hortaliza,
pero también se pueden buscar otros atributos.
Por ejemplo, entre las
variedades de puerros hay una extremadamente bonita llamada ‘Bleu de Solaise’
(también conocida como ‘St. Victor’) que además es deliciosa, lo cual no es
extraño tratándose de una variedad francesa, pero lo más bonito es su follaje,
sus hojas azuladas que contrastan perfectamente con las hojas pálidas y rizadas
de la escarola. También puede probar la judía de enrame denominada ‘Painted
Lady’.
Las judías de enrame provienen de América y fueron introducidas en
Europa como enredaderas decorativas de jardín, la ‘Painted Lady’ es una buena
prueba de ello; tiene flores rojas y blancas, que quedan muy bien cuando se
enredan en un arco, mezcladas, por ejemplo, con las flores blancas de una
clemátide. Incluso las prosaicas coles de Bruselas pueden mejorar si se quiere.
Pruebe la ‘Rubine’, de un profundo morado rojizo, un color que combina
perfectamente con los altos y pálidos conos del repollo chino.
También mejorará el huerto si se plantan flores y
recrea la ‘mezcla paradisíaca’ de la que hablaba George Eliot. Alinee los
senderos con matas de fresas, ponga detrás un lazo de clavellinas, por ejemplo,
las ‘Hidcote’ de color sangre, que contrastan con sus hojas grisáceas, pero que
también tienen algo en común con las fresas. Cuando se agache para coger
fresas, el olor intenso y picante de las clavellinas estará donde tiene que
estar, en su nariz.
Fuente: EL HUERTO EN CASA
Anna Pavord
Editorial Blume
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