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lunes, 2 de diciembre de 2013

SUSTRATOS Y ABONOS

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Abonos y sustratos para mejorar la estructura del suelo




Los sustratos son tierras de cultivo ya preparadas que se añaden al terreno cuando éste presenta deficiencias de nutrientes por estructura. También pueden utilizarse en macetas y jardineras. Estas mezclas de tierra son muy equilibradas en su composición y propician un medio idóneo para el desarrollo de las plantas.

Mezcla de sustratos

Existen diferentes tipos de sustratos y materiales inertes para mejorar el terreno.

Clases de sustratos. Antes de plantar en el jardín conviene invertir un poco de tiempo y tratar de mejorar tanto su textura como susceptibilidad añadiéndolos sustratos necesarios. A continuación se muestran los más indicados.

Turbas

Se pueden encontrar turbas negras y rubias, extraídas, sobre todo, de los países del norte de Europa (las turbas de la península ibérica son de peor calidad). Estos dos grandes grupos se diferencian por su
grado de descomposición. Las negras se encuentran a mayor profundidad y están más descompuestas, de ahí su color oscuro. Se emplean para hacer semilleros, ya que permiten que haya una humedad constante, muy beneficiosa para que germine la semilla. Por el contrario,  las turbas rubias se localiza a menor profundidad y se emplean en las plantas cultivadas en maceta, ya que retienen bien la humedad.

Mezcla de tierras

En el mercado se pueden encontrar numerosas mezclas de tierra ya preparadas. Las siguientes son las más aconsejables.

Mezcla de brezo

Resulta una tierra ácida, poco rica nutrientes de una gran porosidad y que ofrece un buen drenaje. En su mesa tiene tres cuartas partes de tierra ácida que la hacen muy aconsejable para cultivar rododendros, brezos, etc.

Mezcla de turba

Se compone de una parte importante de turba y otra de arena gruesa o perlita. De reacción ácida, resulta una mezcla pobre en nutrientes que se debe regar adecuadamente. Se utiliza sobretodo para los semilleros.

Mezcla de tierra clásica

En los centros de jardinería se pueden encontrar ciertas mezclas ya elaboradas de tierra, que se suelen componer de un tercio de tierra corriente del jardín, un tercio de turba y otro de arena. Es una mezcla muy equilibrada en nutrientes, por lo que resulta ideal para una amplia gama de plantas.

Otros tipos de sustratos

En este apartado se incluyen los materiales inertes que se añaden a los sustratos con el fin de que sea mayor la aireación y retengan más agua.

Perlita - materia de origen volcánico de propiedades análogas a la arena. Es interesante como absorbente de abonos y agua, que posteriormente elimina de forma gradual.

Vermiculita - se caracteriza por su elevada capacidad de absorción del agua y las sustancias nutritivas.

Arcilla expandida - se obtiene sometiendo un tipo de arcilla a
1200 °C. Estas arcillas son capaces de hacer crecer hasta un 50% de su propio peso, lo que les permite conservar la humedad óptima para la planta. Por otro lado, también aligeran y oxigenan el sustrato del cultivo.
Poliestireno expandido - es un material plástico derivado de los procesos industriales. Se emplea con la finalidad del disgregar el sustrato.

Los abonos orgánicos

La materia orgánica, rica en microorganismos tan necesarios para mantener la tierra del jardín en buenas condiciones, termina transformándose lentamente y desaparece. Para compensar estas pérdidas, es necesario que el suelo reciba nuevos aportes con el fin de mejorar su estructura y aumentar su fertilidad y su fauna beneficiosa (lombrices, larvas, etc). Esta es la función de los abonos que proceden de la descomposición de sustancias animales o vegetales.

Abono orgánico líquido

Una forma de fertilizar las plantas con abono orgánico es aplicándolo en forma líquida, ya que resulta más cómodo y práctico de utilizar. Para ello hay que disolver el abono en agua y después regar la planta con esta disolución. Conviene no excederse con este tipo de abono ya que, al absorberlo la planta rápidamente puede resultarle dañino.

Tipos de abono - Los orgánicos son abonos de acción lenta ya que para que sus elementos sean absorbidos por las plantas, necesitan una transformación previa. Los más destacados son los siguientes:

Mantillo - se origina por la fermentación del estiércol o de otras materias orgánicas. El mantillo deberá estar siempre bien fermentado, pues de lo contrario no destruirá las semillas de las malas hierbas. Nunca debe emplearse sin mezclar porque puede producir quemaduras o transmitir enfermedades que dañen irreversiblemente las plantas.

Compost - es una mezcla de materia orgánica descompuesta, como,
por ejemplo, restos de vegetales. Se emplea para acondicionar y fertilizar las tierras de cultivo. Aunque es un tipo de abono orgánico de bajo contenido en los elementos nutrientes básicos (nitrógeno, fósforo y potasio), aporta humus y mejora la estructura del suelo.

Otros tipos - existen otras sustancias orgánicas con las que uno mismo puede hacerse su propio abono. Este es el caso de los desperdicios de la comida como las peladuras, los posos de café, e incluso, la harina de huesos. También es posible hacer abonos orgánicos con las cenizas de madera, los artículos de punto de fibra natural o los periódicos. si los abonos se hacen con los restos orgánicos del jardín, hay que procurar desechar el material enfermo y las hojas perennes.

Los abonos minerales

A diferencia de los abonos orgánicos, los minerales actúan de manera más directa, es decir, pueden ser asimilados por las plantas sin sufrir una transformación previa. También resultan más ricos en principios fertilizantes, pero, en cambio, tienen un papel casi nulo en la modificación de las propiedades físicas de sueldo. Los minerales que mayor beneficio aportan a las plantas son el nitrógeno, el fósforo, el potasio y el hierro.


Propiedades de los abonos minerales - El aporte de cualquiera de los minerales citados a continuación influye en el buen desarrollo de las plantas, y su carencia repercute en la salud te estás.

Nitrógeno (N)

              Propiedades: la planta lo consumen grandes cantidades y por tiene verdadera necesidad. Su aporte favorece un rápido crecimiento de las hojas, los tallos y los brotes.
              Carencia: la falta de nitrógeno se observa cuando la planta pierde vigor en el crecimiento. Presenta escasez de follaje y las hojas viejas están amarillas.
               Ahora bien, el exceso de este mineral puede ser tan perjudicial como su defecto, ya que puede producir un crecimiento exagerado, formando plantas débiles y, por tanto, propensas a las plagas enfermedades.

Fósforo (P)

                Propiedades: favorece la formación de flores y frutos y
estimula el crecimiento de la raíces, ayudando así a que la planta arraigue en primavera.
                Carencia: cuando las hojas presentan los bordes secos y un color entre violeta y castaño, así como escasa producción tanto de flores como de frutos, además de atrofia y raquitismo de las raíces: existe carencia de fósforo.


  • Potasio (K)
                   Propiedades: aumenta la resistencia de las plantas a las heladas, la sequía y las enfermedades. Actúa como regulador de las funciones de la planta. Interviene en la formación de las proteínas.
                     Carencias: una menor resistencia al invierno, soportan mal la sequía y son más sensibles a las condiciones climáticas. Amarilleamiento de las hojas. Se curvan los ápices y se queman los bordes.

  • Hierro (Fe)
                      Es indispensable para la formación de la clorofila y
otros procesos vitales elaborados por las plantas; aunque, en este caso también, las cantidades necesarias son tan pequeñas que las reservas naturales del suelo resultan por lo general suficientes. La falta de hierro ocasiona una escasa formación de clorofila, provocando así el aspecto pálido de las plantas, primero las hojas jóvenes, luego sólo los vasos quedan verdes destacando como una red.



Fuente: Jardinería
Manual Práctico de la Jardinería

Editorial: El País



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