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domingo, 8 de junio de 2014

LA CIENCIA DE LA SOMBRA EN DISEÑO DE JARDINES

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Sombras en Diseño de Jardines



Recuerdo muy bien la respuesta que me dio un viejo jardinero amigo mío y hombre experimentado y sincero, a alguien que le preguntaba la forma de solventar los problemas que se plantean en un jardín sombreado:

"Escuche, joven -respondió-, no me hable de problemas de sombras porque le diré que si no la tuviera en abundancia en mi jardín, ciertamente tendría que inventarla de algún modo".

Esto fue todo. Este mensaje, y la filosofía que encierra, ha estado siempre presente en mi mente: la sombra no es un problema, sino un bien. Así es: resulta de suma importancia para el crecimiento de los diversos tipos de plantas.

Puede decirse que, con muy pocas excepciones, no existen diferencias básicas entre una planta de jardín sombreado y la que necesita de la luz del sol en grandes cantidades. Hablando en
general, es imposible distinguirlas a simple vista y, aunque existen determinados grupos de plantas en los que suelen predominar las que prefieren la sombra, en la mayoría de los casos, los macizos son una mezcla impredecible de unas y otras. Puestos en la tesitura de tener que definirlos, estaríamos dispuestos a admitir que las plantas que se podrían cultivar en un jardín sombreado son muchísimas más de las que hemos podido incluir aquí.

Mientras que la mayoría de los parterres y arriates soleados basan en gran medida su atractivo en el brillante colorido de las flores y hay que aceptar que, en el jardín sombreado, tal principio no suele cumplirse estrictamente en la mayoría de los casos.

Las plantas de flor adaptadas a crecer solamente en la sombra deben producir flores para perpetuarse, pero, en líneas generales, dichas flores son menos atractivas que las del jardín abierto. Las plantas que toleran la sombra, en oposición a las que la exigen, florecerán con frecuencia con menos efectividad, si es que florecen, cuando se cultivan en áreas sombreadas, por lo que su atractivo debe captarse en la densidad del follaje o en su forma en conjunto.

Muchos arbustos encuentran su entorno natural en los bosques, como sucede con muchas perennes herbáceas. Por su parte los helechos están muy bien representados, mientras que las hierbas ornamentales son pocas y las plantas de rocalla menos aún. Las plantas de roca suelen preferir los lugares expuestos y soleados, y hay relativamente pocas -por lo general las que crecen en las grietas-, que puedan prosperar a la sombra.

Por contra la representación de los bulbos es bastante amplia, e incluye toda una serie de tipos que crecen de forma natural en bosques de hoja caduca y son de floración temprana, antes de que se extienda el toldo vegetal que convierte el hábitat en un lugar mucho más umbrío.

La Ciencia de la sombra

La clorofila no está presente en los animales, ni en los hongos, pero se da en las algas, en todas las plantas de flor, en los helechos y en
otros vegetales afines. Posiblemente se trata del compuesto químico más importante de nuestro planeta, ya que otorga a los organismos que lo poseen la capacidad de aprovechar la luz solar para producir alimentos esenciales a partir de dos materias primas: el dióxido de carbono y el agua. La clorofila se puede considerar como la catalizadora necesaria para que se produzca fotosíntesis. En el jardín sombreado, este ingrediente vital que es la luz solar resulta escaso.

Cómo llegan a crecer las plantas en la sombra

Las plantas de sombra han desarrollado unos sistemas que aprovechan al máximo la luz solar que llega a una zona sombreada. Ni en la oscuridad total ni con niveles de luminosidad extremadamente bajos podrán medrar las plantas verdes, aunque los que menos dificultades tendrán serán los helechos.

Muchos los habrán visto crecer de forma absolutamente satisfactoria en condiciones muy sombrías, tales como cuevas y en las paredes internas de los pozos, pero el hecho de que consigan desarrollarse con tan poca luz tiene algo de misterioso.

En muchos casos podemos ver, simplemente observando la estructura de la hoja, cómo se ha adaptado para captar al máximo de luz posible. Algunas plantas de lugares sombreados tienen hojas anchas, planas, anguladas para recibir el máximo de luz solar. Si examinamos estas hojas al microscopio veremos que tienen capas de células superficiales muy delgadas que permiten que la luz penetre con facilidad hasta las células que contienen clorofila que, a su vez, suelen estar cerca de la superficie.

De todo lo dicho se podría deducir que basta con examinar una planta para determinar si será apropiada para lugares sombreados. Sin embargo, hay tantas variaciones y, ni que decir tiene, mecanismos tan distintos dentro de las plantas que sería arriesgado confiar plenamente en la simple observación.

Lo dicho sobre la clorofila parece indicar que si una planta es pobre
en clorofila tendrá problemas en las zonas poco iluminadas. Y así es. Las plantas de hojas variegadas, es decir, de coloración abigarrada tienen la clorofila de la hoja limitada a determinadas zonas, mientras que a través de las restantes se muestran los pigmentos amarillos o de otros colores.

Una máxima útil, por tanto, es tener en cuenta que las plantas de hojas variegada tienden a crecer con más lentitud y menos vigor, en general, que las que son totalmente verdes. Ciertas hiedras 
variegadas despliegan este fenómeno de forma manifiesta y cambian al color verde cuando crecen a la sombra.

Lo más difícil es encontrar plantas que combinen el follaje variegado con la tolerancia de la sombra, y las que lo consiguen son muy apreciadas. Parece que las plantas de hoja púrpura o rojiza tienen menos problemas a este respecto ya que no les falta clorofila, sino que, simplemente, la enmascaran con otro pigmento.

La importancia de la humedad

Las hojas no sólo tienen la misión de realizar la fotosíntesis; es a través de ellas como se evapora el agua a la atmósfera, siendo sustituida por la que la planta extrae de las raíces y el terreno.


Una hoja adaptada para recibir una cantidad óptima de luz solar con sus hojas planas y anchas, presentará inevitablemente una superficie ideal para la evaporación y la pérdida de agua. Ello podría dar lugar al problema del exceso de agua perdida, pero, por fortuna, los lugares sombreados suelen ser húmedos y, con una atmósfera cargada de humedad alrededor de la planta, se reducirá la evaporación. 

El auténtico problema se produce en los lugares que no sólo son sombreados, sino cálidos y secos por añadidura. Tales condiciones crean un ambiente difícil para la hoja, ya que ha de tratar de captar la luz solar al tiempo que debe retener la humedad suficiente que le permita crecer de forma satisfactoria.

Algunas plantas incluso se han adaptado a este dilema, pero la consecuencia práctica es que las que medrarán en lugares secos y umbríos son muy pocas y, por tanto, deberemos cuidarlas como oro en paño.


Fuente: Plantas de sombra. Stefan Buczacki. 
Tursen Blume ediciones



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