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jueves, 8 de enero de 2015

LA CORTEZA: LA PIEL DEL ÁRBOL

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

La corteza del árbol

Dendrografía



Los árboles se caracterizan por el progresivo engrosamiento de sus ramas y de sus troncos. Este engrosamiento es debido al cambium, zona anular y microscópicamente delgada de células meristemáticas. Esta zona se encuentra entre el leño y la corteza y recubre todo el cuerpo del árbol, desde el tronco hasta las ramas pasando por las puntas de los brotes y las raíces.

Hacia el interior el cambium produce leño, cuya función más importante, aparte de la estabilización mecánica de la planta, es la de trasportar el agua con todos los principios nutritivos en ella disueltos desde la raíz hasta las hojas. Hacia el exterior el cambium produce liber, tejido que comparado con el leño es más bien delgado. El liber cumple fundamentalmente dos funciones: conducción y almacenamiento de asimilados.

Los asimilados son los materiales, fundamentalmente hidratos de
carbono, obtenidos por fotosíntesis y en virtud de los procesos inherentes a la misma. Por una parte los centros de producción -las hojas verdes- deben suministrar asimilados a los elementos que más
,los necesitan, es decir, a las puntas de los brotes, a las flores, a las semillas y a los frutos, pero por otra deben conducirlos a donde se almacenen como reservas. Junto al leño de las ramas, el tronco y las raíces también se almacenan asimilados en el mismo liber. 

Corteza y súber: diferencia

Se llama corteza al tejido que queda fuera del cambium. Además del liber están los tejidos que protegen de la acción perjudicial del clima a los tejidos conductores y de almacenamiento, y sobre todo al delicado y sensible cambium.

El nuevo brote, verde todavía, aparece recubierto por la epidermis, tejido fino y parecido a la piel. En muchos casos a las pocas semanas y normalmente a lo sumo al final del primer período vegetativo, el brote adquiere un tono pardo o gris, pues la primera capa protectora se sustituye por un tejido suberoso de recubrimiento que los botánicos designan con el nombre peridermis.

En la mayor parte de los casos este tejido es una corteza fina y más o menos lisa. El que la misma pueda ser muy gruesa se comprueba en el alcornoque, cuya corteza se aprovecha industrialmente para obtener corcho. En algunas especies la corteza suberosa se refuerza en los brotes y en las ramas en forma de bandas o alas. Estas bandas suberosas son típicas del negrillo y del arce menor.

Las verrugas suberosas (lenticelas), observables en la corteza generalmente en forma de granos claros o de cortas franjas transversales de gases a través de la corteza. Su tamaño, forma, disposición y frecuencia constituyen otras tantas señales distintivas.

En algunas especies, como el carpe blanco, el haya o el aliso, la corteza suberosa, delgada y más o menos lisa, se mantiene en el tronco durante toda la vida. Pero en la mayor parte de los árboles esta "segunda piel" se rasga más pronto o más tarde como consecuencia del aumento de perímetro que provoca su progresivo engrosamiento. Antes de que esto suceda la planta desarrolla nuevas capas protectoras en la corteza existente. Las partes de corteza que quedan fuera de tales capas mueren paulatinamente. Esta parte exterior de la corteza, que generalmente es rugosa y agrietada, se llama súber.

Con el tiempo, al depositarse repetidamente nuevos tejidos
secundarios con la subsiguiente estratificación de otras partes de la corteza, el súber puede llegar a tener varios centímetros de espesor. En algunas especies puede mantenerse relativamente delgado debido a que las partes de súber más externas se escamen poco a poco. Así, por ejemplo, el plátano y el falso plátano tienen este tipo de corteza que se exfolia en forma de escamas.

¿Pueden clasificarse los árboles caducifolios por su corteza?

Se suele decir que la corteza y el súber son la "cara" del árbol. Un árbol modifica las estructuras y el color de su corteza a lo largo de su vida. Además los influjos externos alteran constantemente la corteza, que por ser la capa protectora más externa está directamente expuesta al clima. 

Son muchos los animales y plantas, como los insectos, las algas, los hongos y los líquenes, que viven en la corteza o incluso viven de ella. Los árboles derribados, los desprendimientos de piedras, los venados y también el hombre provocan daños en la corteza que determinan la aparición de cicatrices en la cara del árbol.

No obstante, hasta cierto punto las cortezas son propias de la especies, de modo que pueden ser de utilidad en el momento de identificar las plantas. Así, un aliso común y un aliso gris se pueden distinguir desde lejos sólo por el aspecto de su corteza. Si el primero desarrolla muy pronto un súber negruzco, agrietado y escuamiforme, el segundo conserva a lo largo de toda su vida una corteza fina y de color gris plateado. Observando la corteza es fácil distinguir un roble de un abedul. Ahora bien, es muy difícil, y en ocasiones imposible, distinguir las variedades de roble o de abedul.

Tipos de corteza

Los árboles de hoja caduca pueden clasificarse teniendo en cuenta los diversos tipos de corteza o de súber. El aliso gris, el haya y el sorbo silvestre pertenecen a las especies de corteza fina y siempre lisa, que sólo se suberifica excepcionalmente y en edad muy avanzada.


El plátano, el falso plátano y el castaño de Indias desarrollan un súber que se exfolia en forma de escamas. En muchos abedules y en el cerezo silvestre la corteza se despliega en bandas transversales suberosas y delgadas, pero sólo hasta que aparece un súber profundamente agrietado.

Los tilos suelen tener un súber no muy grueso y suavemente agrietado, mientras que el roble carvallo, el roble albar, el álamo negro y la robinia presentan, al menos en edad avanzada, un súber grueso y profundamente agrietado. Ahora bien, la clasificación por tipos de corteza tiene el inconveniente de que no refleja satisfactoriamente la gran variación existente entre árboles de la misma especie, aparte de resultar extremadamente difícil expresar verbalmente toda la individualidad de la corteza con su variedad de estructuras y de colores.


Fuente: Árboles de hoja caduca. Gregor Aas y Andreas Riedmiller. Ed. Everest SA.



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